En la mitología griega, las Dríades (en griego antiguo Δρυάδες druádes, de δρῦς drũs, ‘roble’) son las ninfas de los robles en particular y de los árboles en general.
Surgieron de un árbol llamado «Árbol de las Hespérides». Algunas de ellas iban al Jardín de las Hespérides para proteger las manzanas de oro que en él había. Las dríades no son inmortales, pero pueden vivir mucho tiempo. Entre las más conocidas se encuentra notablemente Eurídice, la mujer de Orfeo.
La tradición tardía distingue entre Dríades y Hamadríades, considerándose las segundas asociadas específicamente a un árbol, mientras las primeras erraban libremente por los bosques.
Las hadas de los bosques son llamadas “dríades”. En griego, este vocablo significa “espíritu de los árboles”. Estas criaturas prosperan en la mitología helénica e hindú. Desde que nacen, las dríades establecen un lazo con un árbol particular. Según la mitología celta, casi siempre se trata de robles (dado que el vocablo “drys”, en griego antiguo, significaba “roble”). Antiguamente, los griegos creían que dentro de las bellotas vivían personas, mientras que las cariátides moraban siempre junto a un nogal. Las dríades, por su parte, fueron asociadas en el mundo helénico a árboles como las melíades o los fresnos. Las dríades que habitan los árboles son llamadas “hamadríades” (por ejemplo, Atlantia). Igual que las ninfas, estos seres podían disfrutar de una vida sumamente longeva. Sin embargo, cuando el árbol elegido moría, ellas compartían su mismo destino. Es por esta razón que estas hadas-deidades infligían un duro castigo a los humanos que destruían los bosques sin antes ofrecer una hecatombe u ofrenda
a las ninfas.
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